Nos proponemos comenzar una serie de posts introductorios sobre la alimentación taoísta, sus cualidades terapéuticas, características, la relación de los cinco elementos y la alimentación, etc.
La aproximación taoísta a la alimentación es variada, desde los enfoque éticos, en los que se destaca la necesidad del vegetarianismo bajo el precepto de no herir a ningún ser viviente, hasta las recomendaciones detalladas de qué comer y en qué circunstancias con objeto de estimular alguno de los cinco elementos en vistas a un logro espiritual o terapéutico.
El vegetarianismo
El primer enfoque que abordaremos es el del vegetarianismo. El taoísmo, al igual que otras escuelas de cultivo interior, fundamenta su práctica en el precepto de no dañar a ningún ser viviente, en especial aquellos que poseen grados complejos de sensibilidad (como los animales). La alimentación es un aspecto más de la práctica, y no algo separado de ella. Especialmente en el taoísmo ya que el principio fundamental es que el ser humano es uno, aunque diferenciado, del medio ambiente en el que habita. Y debido a que dentro de lo diferenciado existe el dinamismo y la interacción entre las fuerzas opuestas, el ser humano que busca su cultivo debe hacer que el interjuego de las fuerzas sea armónico y equilibrado, es decir, siga el patrón o esquema del Tao. En cuanto se aparta de ese patrón, diseño o plan, comienza el conflicto, y con el conflicto el decaimiento y la muerte. El practicante de Tao busca llegar a la armonía y mantenerla para poder seguir el fluir dinámico de la vida, único camino que permite la inmortalidad, una de las metas de los antiguos taoístas.
En vistas de lo anterior es que no sólo se prohíbe comer carne, sino que se estimula el actuar compasivo y amoroso para con todo ser viviente. Dos ejemplos nos mostrarán esta actitud. El primero de ellos es clásico y pertenece al Canon Ortodoxo, texto 179, Tratado sobre los Diez Preceptos para novicios… , y dice así:
El tercer precepto: no matar animales para alimento, en lugar de eso, debemos ser benévolos con todos, incluyendo insectos y gusanos.
第三戒者,不得殺害含生以充滋味,當行慈惠以及昆蟲。
De esta manera podemos ver que hasta algo pequeño (como un gusano o un insecto) merece benevolencia. Esta actitud claramente recuerda a los jainistas. Sin embargo no es rara en el taoísmo si tenemos en cuenta sus raíces chamánicas, al decir de los sinólogos, dando a entender que tiene orígenes prehistóricos previos a toda religión institucionalizada y escolastizada.
El segundo ejemplo es un eco moderno, de la escuela difundida por Stan Rosenthal, el Zen Tao, y dice así: Ten compasión por todos los seres sintientes no causándoles innecesarias heridas ni inútil daño (Canción del Chan Tao Chia).
Sin embargo, y he aquí lo interesante, este proceder ha de darse dentro de un marco psicológico, dentro de una actitud de vida integral, algo –por otro lado- esencial en el taoísmo. Una actitud esencial del ser humano, un estado de ser más que un hacer. Veamos el texto 18 (Clásico de los Cuarenta y Nueve capítulos del Señor Celestial…) del Canon:
Por lo tanto, deberías cortar la raíz del deseo, entrar en el puro y tranquilo estado, no hacer sufrir a ningún ser viviente, no cometer ningún mal, no engañar y no dejar surgir ningún mal desde tu corazón.
子當割嗜欲根,入清淨境,無作諸苦,無造諸惡,無生諸見,無起諸邪。
El vegetarianismo entra aquí dentro de una actitud general ética, cuyo precepto primero es cortar todo deseo, con su resultado inmediato de entrar en la tranquilidad, o estado de percepción y atención, de alertidad. Por supuesto, todo otra actitud, como la de desear (en el caso de un monje, pero tener deseos inmoderados en el caso de un ser humano en el mundo), o causar daño, o engañar, son todas actitudes que contribuyen a generar mal y daño en el ambiente y en uno mismo, provocando un desequilibrio entre el yin y yang., desequilibrio que lleva a quebrantar la salud, hacer difícil el estado de tranquilidad y, en definitiva, a lograr la armonía con el Tao.
Finalmente, podemos terminar este primer post con las razones referidas a la salud y en cierto sentido, los motivos espirituales y energéticos que llevan a evitar la ingestión de carne. Veamos otro pasaje del texto 18:
En el cuerpo de quien come carne los tres palacios son túrbidos, y las seis vísceras están contaminadas, los espíritus oscuros de los cuerpos muertos (que él come) son excitantes y desarrollados, y siempre están dispuestos a guiarlo al palacio de la muerte.
Efectivamente, en la cosmovisión de los taoístas, las energías sutiles son llamadas espíritus (como decía Descartes) y las energías de los cadáveres cadaverizan el cuerpo de quien los consume, volviendo turbio si qi y los órganos que lo almacenan y lo administran. El problema de esto es que dichos órganos pierden el potencial de transmutar sus energías y manifestar facultades superiores asociadas con su elemento natural o su qi particular. Siendo los Tres Palacios los encargados de las operaciones alquímicas, si se encuentran en mal estado, no será posible el proceso de ascenso espiritual y regeneración humana (tanto psicológica como fisiológica).